jueves, 24 de marzo de 2011

DEL CINE LEVE AL CINE ETÉREO

Cuando le comenté a un amigo que había rodado un par de secuencias de una película que todavía no sabía de qué se trataba, con la mínima unidad de rodaje, o sea, la actriz y yo, provisto de una pequeña cámara de vídeo, me dijo que esto ya no era cine leve sino cine etéreo.
Ayer me quedé esperando que la cadena Antena 3 Canarias emitiera el programa Objetivo en Corto, el programa de divulgación del cine hecho en Canarias que dirige el periodista y también cineasta Iván López. Ponían el cortometraje "Cerca del mar" que Daniel León Lacave rodó en la Punta del Hidalgo el verano pasado. El coloquio con el director se centró en el llamado Cine Leve, tras la lectura del no manifiesto que escribiera el actor Miguel Ángel Rábade para la ocasión del estreno de varios cortos adscritos a este modo de hacer cine en el TEA.
La feliz denominación de un estado de ánimo respecto a una determinada manera de rodar, que surgió espontáneamente al finalizar el rodaje de un corto que nos llevó dos o tres horas, hacía apenas un año, se estaba transformando ya en todo un movimiento al que se estaban adscribiendo un todavía reducido grupo de cineastas canarios, tal como escuchaba ayer ante el televisor, a tenor de las preguntas de Iván López. No hay nada como escuchar cosas en la tele, o leerlas en los medios de comunicación. Al final acabas creyéndotelo.
Daniel contaba que era una forma de responder a la falta de medios. No hay que lamentarse ni rasgarse las vestiduras, se tengan más o menos medios siempre habrá alguien que te supere, y no sirve de nada tratar de emular al cine americano. Eso te lleva a gastar todas tus reservas de energía y alimentar la frustración. Luego uno se excusa en la falta de estos medios que otros tienen, en que no se puede competir con los cortos subvencionados, etc., para justificar los agujeros de tu corto.
El Cine Leve, si tal cosa existe, debería asumir estas deficiencias, la falta de aquello que otros tienen, el hecho de que uno está solo haciendo cine, un cine con el que uno no va a ganar dinero (ni siquiera recuperar los costos), un cine que no es cine profesional (nadie va a vivir de ello), pero que sin embargo es cine. Un cine que se muestra orgulloso de su atrevimiento, que puede y debe romper fronteras (estilísticas, temáticas, morales), que se fuerza a ir más allá (y no más acá, en la copia de unos modelos obsoletos), que ostenta sus costuras como cicatrices, un cine impuro, mestizo, que no le deba nada a nadie.
En los cortos a concurso, en el Festival de Cine Gastronómico que se celebró la semana pasada en La Laguna, competían cortos nacionales e internacionales cuyos recursos podían medirse en el número de personas que aparecían mencionadas en los títulos de crédito y en la duración de los mismos, y sin embargo el jurado apostó por una modesta cinta que documentaba cómo un grupo de mujeres mejicanas, que se llamaban a sí mismo las patronas, entregaban paquetes de comida a los inmigrantes que cruzaban Méjico en los trenes de carga rumbo a su paraíso, claro que para ello el equipo español tuvo que trasladarse a Méjico...

La actriz Verónica Galán podría ser la musa del Cine Leve, pues sabe ser ella misma cuando se le pide, en el Cine leve no hay que interpretar, sino tan solo dejarse llevar, ser una figura en un paisaje, vehículo de sentimientos encontrados.