ESLABONES INTERMEDIOS
Entre novela y novela, entre un cortometraje y otro, el autor, por llamarlo de alguna manera, emborrona papeles, filma imágenes, sin una idea precisa que guíe su ojo, revisa luego lo escrito o revé lo grabado, y en general lo tira a la papelera o lo guarda en un cajón. Tiempo después, estos mismos apuntes, recuperados o simplemente recordados, serán la génesis de un nuevo libro, de un nuevo film.
Viene a cuento de la controvertida sesión de ayer en el TEA, con el improvisado nombre de DESDE LOS BORDES, donde Jairo López, Amaury Santana y un servidor mostramos algunos trabajos intermedios, bocetos de otras cosas, remontajes de trabajos anteriores, ejercicios de escritura libre, que algunas personas opinan que deberían quedarse en casa para pasárselos a los amigos.
Yo creo, sin embargo, que estos trabajos intermedios pueden resultar interesantes para algunas personas que siguen y se preocupan por el cine que se hace por aquí, por lo menos es un material que a mí me interesaría mucho poder ver y que la escasez de lugares donde los cortometrajistas, que son muchos más de los que se piensa, puedan mostrar sus obras, impide el acceso a otro tipo de materiales que puedan dar luz a una determinada manera de hacer y entender el cine, más allá de los productos acabados, con una manufactura más ortodoxa, apropiada a lo que se espera de los festivales o a los estándares de la televisión (aunque si tanta gente ve durante veinticuatro horas cómo unos niñatos se desenvuelven dentro de cuatro paredes, sin que pase nada, no sé por qué se ponen tan estrictos en que una película debe contarlo todo sin tregua ni descanso).
Pienso que los museos constituyen un espacio alternativo e ideal para la muestra de los ensayos audiovisuales, sin ir muy lejos Guerín presentó "Unas fotos en la ciudad de Silvia", un montaje fotográfico en blanco y negro que le sirvió de guía para su posterior film, en un museo, y es este montaje quizás más interesante y valioso que la película terminada.
Otro motivo es la posibilidad real de poner a dialogar los cortos entre sí, desde el momento en que se proyectan juntos en una misma sesión. Los directores de cada uno de los cortos, pueden ver su propio trabajo en relación a otras propuestas, como si constituyeran secuencias de un film más largo y completo, cobrando un nuevo y estimulante sentido, que puede llevar a nuevas reflexiones cinematográficas y generar propuestas de filmes futuros que no habían sido pensadas hasta este momento. El diálogo posterior y el intercambio de opiniones es fundamental para ello.
Amaury Santana rueda siempre esbozos para lo que será su siguiente film, y estos ensayos pueden ser la clave para la comprensión del arduo camino de la creación y de las claves que se agazapan en el producto terminado y que el autor se ha encargado de ocultar en el último momento, algo así como las costuras del filme, que la ortodoxia actual exige que deben ser invisibles al ojo del espectador, ávido de que, nada más se cierren las luces de la sala, pueda deslizarse hacia esa especie de ensueño donde se suspende la credulidad y el mundo real desaparezca.