Este año se cumplen 50 años desde que realicé mi primera incursión en el
cine, rodando un cortometraje con una cámara de 8 mm. Luego me estallé con una
adaptación de un cuento de Cortázar en 16mm. que no logré terminar. En 1973
aterricé en Tenerife y los canarios me adoptaron como uno más de los cineastas
amateurs que en aquella década pululaban por aquí. Ahora estas cintas han
obtenido una curiosidad inusitada, y me piden que las vaya proyectando como
complemento cuando estreno mis últimas producciones. “Página 45”, rodada en
1979, se proyectará en los Multicines Tenerife el martes 19 de diciembre, junto
a “Del amor y otras necesidades”.
Lo malo de estas proyecciones es que se valoran más aquellas cintas
ahora digitalizadas que mis últimas películas, como si los años nos hubieran
borrado las aristas y dulcificado las formas y contenidos, por culpa de la
facilidad de los nuevos fomatos y la tecnología digital. Es cierto que quizás
éramos más atrevidos, o más inconscientes, y nos lanzábamos a rodar todo
aquello que se nos pasaba por la cabeza, resolviendo los problemas a golpe de
ingenio y de imaginación, como meter a fumar a todo el equipo para crear la
atmósfera de humo adecuada a un garito nocturno o colocar frente al objetivo
una bolsa de plástico con agua o papeles de celofán de colores para crear
texturas en la imagen.
Página 45 fue premiada en la IV Muestra de Cine Canario organizada por
la Caja General de Ahorros, junto a Creándose así el pueblo guanche de Félix
González de la Huerta y Anabel off side, primera producción de Yaiza Borges,
en la que también había colaborado. Cambios en la composición del jurado, en el
que figura el futuro catedrático de cine Fernando Gabriel Martín, el técnico de
sonido Diego García Soto (responsable del sonido de las películas de Fernando
H. Guzmán), o el dramaturgo y director de escena Pascual Arroyo, influyeron en
una nueva percepción del cine, alejada de la perfección técnica y el
amateurismo de las muestras anteriores, donde siempre ganaban los hermanos Ríos
o Roberto Rodríguez.
No sé si sería por estas razones o porque en el jurado figuraba Fernando
Gabriel, que sería uno de los diez fundadores del colectivo Yaiza Borges en la siguiente década, pero lo cierto
es que el premio me sorprendió, porque siempre me había mantenido en un modesto
segundo plano dentro del movimiento del cine amateur de estos años (apenas se
me cita en el libro de Carlos Platero “El cine en Canarias”).
La sinopsis que acompañaba la bobina de Super-8 decía lo siguiente: Tras una noche de borrachera, un tipo
se despierta al día siguiente junto a una mujer que apenas conoce.
El guión se basa en la página 45 de la novela “La llave de cristal” de
Dashiell Hammett (Alianza Editorial) que estaba leyendo aquellos días, mientras le daba al coco para ver qué se
me ocurría para un nuevo corto. Después de unos años convulsos me había
comprometido con un grupo de cineastas que se constituyeron en Asociación y se
autodenominaron Yaiza Borges, con el propósito de cultivar un tipo de cine diferente.
Habíamos rodado dos cortometrajes en plan colectivo, sin que se supiera muy
bien quien dirigía, por aquello de que había que acabar con la política del
Autor, y ya también esta etapa se estaba cerrando, pues éramos especialistas en
quemar etapas, y pensaba de nuevo en dirigir algo por mi cuenta.
Me pareció que lo que se narraba en la página 45 era suficiente para un
cortometraje, pero como no quería desaprovechar el contenido del libro, se me
ocurrió que el protagonista resumiese toda la novela en un monólogo frente a la
cámara, dirigiéndose al espectador. La idea era trasladar una historia de
gansters al ambiente sórdido de los ligones en una zona turística de la isla de
Tenerife. Esa era la relectura que me interesaba.
La estructura del corto rompe con todas las convenciones narrativas y de
verosimilitud, alternando los etílicos monólogos de los ligones con las
conversaciones de las chicas en el baño, donde se entretienen realizando
actividades extravagantes. Además me permití romper una de las reglas más
sagradas de la profesión, que es el llamado salto de raccord o de continuidad,
sustituyendo un pañuelo de color rojo por otro blanco al pasar de un plano
medio a un primer plano. No recuerdo si lo hice ex profeso para provocar a los
academicistas del Círculo de Bellas Artes donde proyectábamos los cortos o
porque ya estaba más que harto de la enfermiza vigilancia de la ortodoxia que se
ejerce durante el rodaje para no incumplir las normas. Se supone que la continuidad
es el gran invento del cine para sumerger al espectador en la ficción, pero
nosotros lo que queríamos era desapegarlo de la pantalla (la famosa distanciación
brechtiana).
Página 45 supuso también la primera colaboración con el director de fotografía Juan Antonio Castaño,
que estaba haciendo la mili en Tenerife y apareció por mi casa unos días antes
del rodaje porque se había enterado de que había unos chicos que estaban
haciendo cine. Estos chicos eran los del Yaiza Borges y enseguida se sumó al
colectivo, primero como director de fotografía, que era lo suyo, y después,
cuando se puso en marcha la sala de cine, como proyeccionista, entre otras muchas cosas.
Para descargo de Mengue tengo que decir que las secuencias del
apartamento, que quedaron muy oscuras, las tuve que rodar yo mismo, pues los
militares no le dejaron salir ese día.
La Asociación Cultural de la Telefónica estaba ubicada, creo recordar, en
un piso de la Rambla Pulido. Disponía de un rincón con la pared pintada de un
fuerte color verde y rojo, que no tenía más de dos metros, suficiente para
rodar varios planos que diesen el pego de un night club, así son los trucos del
cine minimalista.
Una caja de cartón recortada con la palabra SEX, junto a la puerta de
entrada de una vivienda cercana al campo de aviación de los Rodeos, era
suficiente para crear el ambiente nocturno. Cambiamos la caja de cartón por
otra y ya teníamos la entrada de otro bareto idéntico al anterior. Dos focos
acercándose a ras de suelo y ya teníamos el taxi. Allí es donde fumamos todos
para crear la viciosa atmósfera de humo que uno imagina en una adaptación de
Hammett.
Como en otros cortos de la época no llamé a actores sino que utilicé
amigos que se prestaban a salir en un corto. Los actores que había en Tenerife
pertenecían a grupos de teatro amateurs y en el cine sobreactuaban. A Emilio
López, que tenía una vis cómica envidiable, le dejé solo frente a la cámara y
más tarde le di un papel importante en el largometraje “Bajo la noche verde”.
Luis Callejo trabajaba conmigo en el departamento de Ingeniería de la
Telefónica y había hecho algo de teatro en Segovia. Loli Puelles era la hermana
de Juan Puelles (equipo Neira), Tinot Caixal era el seudónimo que se puso el
aparejador que luego dirigiría las obras de nuestra nueva casa, Trini Bartolomé
su cuñada, y Ángel Falcón
(productor) y Aurelio Carnero (director de cine) tienen un breve cameo.
Rodamos en los baños de las nuevas instalaciones deportivas de Santa
Cruz (la futura “Hamburguesa”), todavía sin inaugurar, gracias a que el
aparejador que interpretaba a uno de los borrachos trabajaba en la empresa de
construcción Huarte. Las escenas del baño intentaban responder a la pregunta
que uno se hace cuando comprueba que las mujeres siempre van juntas al baño.
Tuve la suerte de que Página 45 fuera seleccionada para ser emitida en
un programa pionero de cine canario de TVE en Canarias. Este programa, una idea
del periodista Javier Jordán, iba a tener dos fases. En la primera se emitían
cortos ya rodados y luego estos realizadores podían presentar el proyecto de un
nuevo cortometraje que, si era seleccionado por un comité, iba a ser
coproducido por la cadena. Gracias
a esto pude rodar “Iballa” unos años después en 16mm., que muchos de mis amigos
creen que es mi mejor película.
El programa se grababa en los estudios de las Palmas de Gran Canaria,
ubicados en una zona industrial. Fuimos Laly y yo. En el muelle nos recibieron dos azafatas y nos
acompañaron al hotel. Primero se nos invitaba a un almuerzo en un buen
restaurante, me imagino para que fuéramos conociendo a las personas invitadas que
a lo largo del coloquio iban a destripar la película. En el restaurante, en un
televisor, se proyectó la película. Nadie comentó nada. Luego nos llevaron a los estudios para
grabar el coloquio.
A mí me parecía que hacer este programa iba a costar, como mínimo, diez
veces más que lo que nos costó rodar el corto. Pensábamos que con este dinero
podríamos haber rodado otros dos o tres cortometrajes.
El escritor Alberto Omar, autor del libreto de “La estatua y el perro”,
la obra de teatro que había adaptado al cine unos años antes, era el
presentador del programa y dirigía el coloquio. Entre los invitados estaba el
crítico de cine Claudio Utrera, el director de cine y crítico cinematográfico
Josep Luis Seguí y el crítico de cine del Diario de Las Palmas Antonio Rosado,
quien también llegó a realizar algunos cortometrajes en super8.
Antonio Rosado afirmó de sopetón que no había entendido nada de la
película (no del argumento, me imagino, que era muy sencillo, sino del por qué
de la existencia de un corto como aquel, sin pies ni cabeza, sin estructura y
sin casi personajes) y la criticó de arriba abajo.
Seguí, autor de una obra vanguardista, ensalzó el corto y dio varias
claves para su entendimiento, como por ejemplo el desenfoque del plano final
que iba acorde con la deriva del personaje. Ese día empecé a entender la labor
de los analistas, que ayudan a esclarecer significados ocultos bajo la
superficie del film, incluso para los autores del mismo. Laly, siempre tan
vehemente, salió disgustada y no quiso compartir el taxi con el autor de tan
malas críticas.
Fecha de producción: 1979. Producción: Josep Vilageliu, Laly
Díaz.
Dirección: Josep Vilageliu.
Guíón: Josep Vilageliu, a partir de La
llave de cristal de Dashiell Hammett. Fotografía: Juan Antonio Castaño y
Josep Vilageliu (secuencia hotel). Ayte. fotografía: Antonio Jarque.
Maquillaje: Laly Díaz.
Lugares de rodaje: La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Puerto
de La Cruz.
Duración: 29 min. Paso:
S-8, 24 imag/seg. Color: Kodak
Intérpretes: Emilio López, Loli Puelles, Luis Callejo, Trini Bartolomé,
Tinot Caixal, Angel Falcón, Manolo Pérez, Aurelio Carnero.