Este fue el tema que se les propuso al alumnado de primer
curso de Realización de Audiovisuales y Espectáculos del CIFT César Manrique en
Santa Cruz de Tenerife. El Colectivo Mayores Valores, que promueve el contacto
intergeneracional, convenció a una de las profesoras para que se desarrollara
en paralelo a sus clases un proyecto que aunase el saber hacer con un sensible
contenido social, en una práctica que contase con el asesoramiento de un
director con una larga trayectoria, es decir, yo.
Y cuando digo una larga trayectoria me refiero a que mi
práctica cinematográfica se ha desarrollado a lo largo de cinco décadas, pues
mi primer corto lo realicé en el año 67, cuando todavía estudiaba Ingeniería
Técnica en la Universidad Laboral de Tarragona. Es por esta razón, los años
transcurridos y no la calidad de mis trabajos, por lo que me he hecho merecedor
del título de “mayor”.
Y así, el colectivo Mayores Valores me ha enrolado en su
peculiar cruzada. Aunque yo no veo ninguna diferencia entre las charlas y
cursos con maestros y estudiantes a las que me veía abocado hace años y las de
ahora.
Un año antes habíamos estado en el instituto de San Benito,
invitados por el profesor de Literatura, para llevar a cabo un taller de
escritura de guión en la clase, con horas que nos prestaban otros profesores.
Allí se formaron grupos, en los que introducimos personas mayores para añadir
un punto de vista novedoso para ellos, esa experiencia de la vida que
proporcionan los años, y que podría enriquecer la historia que cada grupo de
alumnos había decidido poner en imágenes.
Sortear el escollo de los lugares comunes, la deriva siempre
latente de la visión machista de algunos chicos (en los roles, en el cómo
visten las chicas…), la tendencia al eslogan y al mensaje trascendente (a la manera
de estas frases que se comparten en Facebook), a lo políticamente correcto (eso
es lo que debe querer el profesor).
Ya en el instituto, los alumnos intuyen que no pueden
expresar sus vivencias en toda su crudeza. En todo caso, allí se aprende a
suavizar las aristas, a domesticar la vida. Cuando se les invita a crear una
narrativa cercana a ellos, su tendencia natural es la simplificación, a repetir
un esquema aprendido en el cine o la televisión, a la adscripción genérica, el
melodrama social o el cine de terror (una chica me decía, casi suplicando, pero
alguien debería morir, ¿no?).
Rodaje de "Realidad desenfocada"
La escuela debería ser el lugar para aprender a distanciarse
de esa ideología patriarcal que nos lleva a asumir determinados roles de poder
y sumisión como algo natural. Una ideología que impregna las imágenes que nos
rodean y moldean su narrativa. Unas imágenes que nunca son inocentes.
Y así me empeñaba yo, sabiendo que en el fondo el espectador
actual entiende mejor que nadie la naturaleza equívoca de las imágenes. Pero es
un espectador impaciente. Ante la aceleración creciente de las imágenes también
acrecienta las expectativas. Las imágenes se agolpan, el cerebro olvida. Los
cortos deben ser cada vez más cortos.
Mi función era ponerles secuencias de películas y darles tiempo
para que descifraran su sentido. Decodificar primero para saber codificar
después. Entender el valor de cada encuadre, de la luz, el color, el gesto de
un actor, dominar las elipsis, los fuera de campo.
Y al mismo tiempo, elegida una temática, documentarse bien.
Y ahí jugó su baza la asociación
Mercedes Machado, que les preparó una charla sobre la prostitución,
enmarcada en la polémica actual sobre su regularización o su abolición.
De lo que se trataba era que abordasen el tema sugerido
buscando nuevos puntos de vista, y que aplicasen para ello una narrativa que
soslayase el tratamiento convencional con el que se suele tratar un tema con
tantas aristas.
Rodaje de "Piruleta"
Se formaron cuatro grupos de trabajo, cuyos guiones dieron
lugar a cuatro cortometrajes muy distintos entre sí. Lo más problemático fue la
coordinación interna de cada grupo de trabajo, en el momento en que tuvieron
que asumir los diferentes roles durante el rodaje.
“Realidad desenfocada”, dirigida por Patricia Chimeno, se
rodó íntegramente en estudio, aprovechando el pequeño plató para prácticas de
que dispone el instituto. La limitación del tiempo disponible para el rodaje,
apenas dos tardes después del horario de clases, causó no pocos quebraderos de
cabeza al equipo, ocasionando esos momentos de tensión que surgen en casi todos
los rodajes.
En este rodaje necesitaban una actriz y yo les sugerí a Bibi
Rodríguez. Su largo e intenso monólogo a cámara me animó a pensar en ella para
mi siguiente cortometraje “Del amor y otras necesidades”, que justo terminamos
de rodar la semana pasada, después de varias interrupciones.
“Piruleta”, firmada por Diego Martín, David Martín, Laura
Padilla, Yaiza Rodríguez y Eduardo Pérez, pone el acento en la mirada inocente
de un niño. Fue un proyecto que experimentó continuos cambios durante la
elaboración del guión y que casi se fue al traste ante la dificultad de
encontrar un niño al que los padres dieran su consentimiento por lo sensible
del tema.
“No” es quizás la propuesta más radical, pues Natalia Bravo
se propuso contar de la manera más descarnada posible la humillación extrema a
la que es sometida una prostituta callejera en su vida diaria. Para ello buscó
el contraste entre una puesta en escena muy estilizada y una voz en over
realista. Por un lado se decidió por el teatro de sombras, proyectando sobre
una sábana la acción combinada de varios actores, en las poses y acciones más
paradigmáticas del imaginario de la prostitución.
Por otro lado intentó, aunque sin resultado, grabar el testimonio de una prostituta real, por lo que tuvo que recrearlo a partir de diversos testimonios proporcionados por el programa de las Hermanas Oblatas "La Casita". A pesar de la pobreza de medios, el intento es muy estimulante y el corto, como los otros dos, funcionan muy bien.
Por otro lado intentó, aunque sin resultado, grabar el testimonio de una prostituta real, por lo que tuvo que recrearlo a partir de diversos testimonios proporcionados por el programa de las Hermanas Oblatas "La Casita". A pesar de la pobreza de medios, el intento es muy estimulante y el corto, como los otros dos, funcionan muy bien.
Rodaje de "No"
El cuarto grupo estuvo muy desorganizado desde un principio y, a pesar de todo, llegaron a rodar y editar su corto, que planteaba la difícil situación de algunas estudiantes sin recursos que optan por intercambiar sexo por dinero y así poder pagar la matrícula. A última hora decidieron no presentar el corto por no cumplir sus expectativas. Mi función se limitó a sugerirles algunas soluciones en el rodaje, ante los lógicos imprevistos por una inadecuada preproducción.