jueves, 18 de febrero de 2016

TRES MIRADAS (CORTAS) SOBRE LA PROSTITUCIÓN

Este fue el tema que se les propuso al alumnado de primer curso de Realización de Audiovisuales y Espectáculos del CIFT César Manrique en Santa Cruz de Tenerife. El Colectivo Mayores Valores, que promueve el contacto intergeneracional, convenció a una de las profesoras para que se desarrollara en paralelo a sus clases un proyecto que aunase el saber hacer con un sensible contenido social, en una práctica que contase con el asesoramiento de un director con una larga trayectoria, es decir, yo.



Y cuando digo una larga trayectoria me refiero a que mi práctica cinematográfica se ha desarrollado a lo largo de cinco décadas, pues mi primer corto lo realicé en el año 67, cuando todavía estudiaba Ingeniería Técnica en la Universidad Laboral de Tarragona. Es por esta razón, los años transcurridos y no la calidad de mis trabajos, por lo que me he hecho merecedor del título de “mayor”. 

Y así, el colectivo Mayores Valores me ha enrolado en su peculiar cruzada. Aunque yo no veo ninguna diferencia entre las charlas y cursos con maestros y estudiantes a las que me veía abocado hace años y las de ahora.

Un año antes habíamos estado en el instituto de San Benito, invitados por el profesor de Literatura, para llevar a cabo un taller de escritura de guión en la clase, con horas que nos prestaban otros profesores. Allí se formaron grupos, en los que introducimos personas mayores para añadir un punto de vista novedoso para ellos, esa experiencia de la vida que proporcionan los años, y que podría enriquecer la historia que cada grupo de alumnos había decidido poner en imágenes.

Sortear el escollo de los lugares comunes, la deriva siempre latente de la visión machista de algunos chicos (en los roles, en el cómo visten las chicas…), la tendencia al eslogan y al mensaje trascendente (a la manera de estas frases que se comparten en Facebook), a lo políticamente correcto (eso es lo que debe querer el profesor).

Ya en el instituto, los alumnos intuyen que no pueden expresar sus vivencias en toda su crudeza. En todo caso, allí se aprende a suavizar las aristas, a domesticar la vida. Cuando se les invita a crear una narrativa cercana a ellos, su tendencia natural es la simplificación, a repetir un esquema aprendido en el cine o la televisión, a la adscripción genérica, el melodrama social o el cine de terror (una chica me decía, casi suplicando, pero alguien debería morir, ¿no?).

Rodaje de "Realidad desenfocada"

La escuela debería ser el lugar para aprender a distanciarse de esa ideología patriarcal que nos lleva a asumir determinados roles de poder y sumisión como algo natural. Una ideología que impregna las imágenes que nos rodean y moldean su narrativa. Unas imágenes que nunca son inocentes.

Y así me empeñaba yo, sabiendo que en el fondo el espectador actual entiende mejor que nadie la naturaleza equívoca de las imágenes. Pero es un espectador impaciente. Ante la aceleración creciente de las imágenes también acrecienta las expectativas. Las imágenes se agolpan, el cerebro olvida. Los cortos deben ser cada vez más cortos.

Mi función era ponerles secuencias de películas y darles tiempo para que descifraran su sentido. Decodificar primero para saber codificar después. Entender el valor de cada encuadre, de la luz, el color, el gesto de un actor, dominar las elipsis, los fuera de campo.

Y al mismo tiempo, elegida una temática, documentarse bien. Y ahí jugó su baza la asociación  Mercedes Machado, que les preparó una charla sobre la prostitución, enmarcada en la polémica actual sobre su regularización o su abolición.

De lo que se trataba era que abordasen el tema sugerido buscando nuevos puntos de vista, y que aplicasen para ello una narrativa que soslayase el tratamiento convencional con el que se suele tratar un tema con tantas aristas.

Rodaje de "Piruleta"

Se formaron cuatro grupos de trabajo, cuyos guiones dieron lugar a cuatro cortometrajes muy distintos entre sí. Lo más problemático fue la coordinación interna de cada grupo de trabajo, en el momento en que tuvieron que asumir los diferentes roles durante el rodaje.

“Realidad desenfocada”, dirigida por Patricia Chimeno, se rodó íntegramente en estudio, aprovechando el pequeño plató para prácticas de que dispone el instituto. La limitación del tiempo disponible para el rodaje, apenas dos tardes después del horario de clases, causó no pocos quebraderos de cabeza al equipo, ocasionando esos momentos de tensión que surgen en casi todos los rodajes.



En este rodaje necesitaban una actriz y yo les sugerí a Bibi Rodríguez. Su largo e intenso monólogo a cámara me animó a pensar en ella para mi siguiente cortometraje “Del amor y otras necesidades”, que justo terminamos de rodar la semana pasada, después de varias interrupciones.

“Piruleta”, firmada por Diego Martín, David Martín, Laura Padilla, Yaiza Rodríguez y Eduardo Pérez, pone el acento en la mirada inocente de un niño. Fue un proyecto que experimentó continuos cambios durante la elaboración del guión y que casi se fue al traste ante la dificultad de encontrar un niño al que los padres dieran su consentimiento por lo sensible del tema.



“No” es quizás la propuesta más radical, pues Natalia Bravo se propuso contar de la manera más descarnada posible la humillación extrema a la que es sometida una prostituta callejera en su vida diaria. Para ello buscó el contraste entre una puesta en escena muy estilizada y una voz en over realista. Por un lado se decidió por el teatro de sombras, proyectando sobre una sábana la acción combinada de varios actores, en las poses y acciones más paradigmáticas del imaginario de la prostitución.

Por otro lado intentó, aunque sin resultado, grabar el testimonio de una prostituta real, por lo que tuvo que recrearlo a partir de diversos testimonios proporcionados por el programa de las Hermanas Oblatas "La Casita". A pesar de la pobreza de medios, el intento es muy estimulante y el corto, como los otros dos, funcionan muy bien.



Rodaje de "No"

El cuarto grupo estuvo muy desorganizado desde un principio y, a pesar de todo, llegaron a rodar y editar su corto, que planteaba la difícil situación de algunas estudiantes sin recursos que optan por intercambiar sexo por dinero y así poder pagar la matrícula. A última hora decidieron no presentar el corto por no cumplir sus expectativas. Mi función se limitó a sugerirles algunas soluciones en el rodaje, ante los lógicos imprevistos por una inadecuada preproducción.

Este jueves se proyectan los cortometrajes en el TEA (Tenerife Espacio de las Artes). Ha transcurrido un año desde que se inició esta experiencia. Será el momento de confrontar los cortos con un público exigente, establecer el puente entre los futuros creadores y su destinatario natural. De este modo, la práctica habrá puesto su punto final.