miércoles, 19 de septiembre de 2012

ESCRITO SOBRE LO ESCRITO: ESTRENO DE CORTOS CANARIOS

El pasado jueves día 13 y el lunes 17 de septiembre se proyectaron en Tenerife y en Las Palmas respectivamente varios cortos canarios rodados de manera independiente, que motivaron varios comentarios en distintos blogs y en las redes sociales.

Daniel León Lacave habló en las presentaciones de que eran muestras de “cine leve”, por lo menos la suya, claro exponente de un cine hecho con muy pocos medios pero que permite por otro lado la improvisación y la experimentación. Eduardo Rojas, en su entrada “¿Los últimos mohicanos?” afirma que hacer cine independiente “revela audacia y un conmovedor entusiasmo por hacer lo que les salga en gana”, lo que indica que “sus propuestas no estén encadenadas a lo que un espectador meridianamente iniciado en cortos espera recibir”.


El propio Eduardo se sintió al principio desconcertado cuando empezó a ver los cortos del “cine leve”, pero se rehizo enseguida y proclamó que eran exponentes de un cine poético.

Daniel, en la presentación de las Palmas, casi pidió perdón por lo críptico de su propuesta. En realidad, con Ángeles dejó atrás la estructura de sus anteriores cortos, siempre preocupado por la claridad y transparencia narrativa de sus historias, para dejarse llevar por la inspiración y por encontrar la mejor manera de rodar su historia, olvidándose del guión, para fijarse más en los elementos de la puesta en escena con los que podía contar en cada momento: los actores y los escenarios naturales de un Madrid invernal y despiadado, los túneles y andenes del metro, las cuatro paredes de un minúsculo apartamento donde rodó, casi al mismo tiempo, la ácida comedia “Una puta crítica” con los mismos actores. 

Ángeles le salió de dentro y eso se nota en cada encuadre, en la mirada enfebrecida de una extraordinaria Penélope Acín, y en cada uno de los movimientos de cámara alrededor de los cuerpos de las actores. Daniel desconfiaba del efecto de sus imágenes en unos espectadores que conocían su anterior tipo de cine, más convencional, y de la posible reacción furibunda al sentirse defraudados. 

Hubo expectación y mucha. Más en el evento del estreno en Las Palmas, en feisbuc, que en el de Tenerife. Y sin embargo se llenaron las dos salas, la del TEA, más pequeña, y la de los multicines Monopol, la grande (después de un tira y afloja con los responsables del cine).

En Tenerife hubo un insólito despliegue mediático, casi una página entera con foto en El Día, en El diario de Avisos y en La Opinión, cuando en otras ocasiones apenas había salido una escueta nota de prensa enviada desde el TEA. En El Día apareció al día siguiente una entrevista a toda página y más fotos, gracias a José Andrés Dulce, que ya desde los años noventa me había seguido la pista con extraordinarios reportajes sobre los sucesivos estrenos de mi trilogía (Venus vegetal, La ciudad interior y Ballet para mujeres).

En Las Palmas no se mencionó la proyección de los cortos en ningún periódico.

El público fue arrastrado gracias a las redes sociales y a los blogs que se habían hecho eco de los estrenos. En Las Palmas ya estaba Dani acostumbrado a la afluencia de amigos y colegas en los estrenos de sus anteriores cortos, pero la sesión del TEA en Tenerife estuvo por encima de nuestras expectativas más optimistas, acostumbrados ya ser directores de culto, con un público fiel pero cada vez más adelgazado. ¿Sería porque era una de los primeros encuentros culturales del nuevo curso, después de la travesía del desierto del verano? ¿O es que frente a la crisis nos sentimos más proclives a salir de nuestros cuarteles de invierno para otear el horizonte y comprobar que no estamos solos?



El duelo también se benefició del espíritu de la levedad. Cuando el equipo salió a rodar hacia la localización escogida, en lo alto de una montaña, el estado del tiempo, una espesa niebla que desleía el escenario, se lo impidió. En este momento, en vez de dejarse llevar por el desánimo, a alguien se le ocurrió ir a rodar a “la ballena”, la estructura de una nave inconclusa que cual osamenta de un animal extraordinario se levantaba cerca de allí. Es esta nueva localización la que impregna visualmente el corto, la que lo engrandece, con unos sabios planos iniciales de esta arquitectura desquiciada que define la debacle de nuestro tiempo, con su tono sepia, sobre el que se siluetean los dos personajes que van a enfrentarse.

Eduardo, en El escobillón, descubre un sentido en la selección de los cortos, pues los directores “tantean géneros tan reconocibles como el fantástico, el espagueti western y la ciencia ficción pero reinterpretados a su gusto”. Iván López, en cambio, solo ve en la entrada "estreno de cortos en el TEA" en su blog Cinematik76, la sombra alargada de Tarantino, un estigma que también yo aborrezco cuando me enfrento a tantos cortos donde aparecen armas de fuego. Dani replica que lo más reconocible de Tarantino son sus largas peroratas sin sentido y no tanto los disparos, que también los hay.

Eduardo escribe desde su dilatada experiencia como periodista y como empecinado bloguista, inmune al desaliento. Iván lo hace desde su praxis cinematográfica y su conocimiento del cine canario actual a través de su extinto programa de cine. Eduardo insiste en que “los géneros son finas capas de barniz para indagar en sus reflexiones acerca de las relaciones de pareja, la incomunicación, la soledad y el sexo”. Y en esto le doy la razón.

A Iván López, al ver Ángeles” le vienen a la cabeza las imágenes de los ángeles caídos de las películas de Wenders. Observa que “detrás de cada uno de los planos hay una intención de contar con sutileza un simbolismo propio”.

Tanto Eduardo como Iván trascienden la crítica del gusto y hacen un esfuerzo por encontrar sentido a unos cortos que van más allá de contar llanamente una historia, que buscan, a través de sus imágenes, una estética que encarne cinematográficamente unas intenciones, una visión del mundo.

Daniel encontró muy frío el público del TEA (en Las Palmas hubo más risas en El duelo y más aplausos en general). Se encendieron las luces y la gente permanecía todavía sentada, quizás, pienso yo, rememorando las imágenes recién vistas, de un cine que potencia las imágenes sobre el argumento, que busca dejar un poso).

En Las Palmas, en cambio, la gente se levantó de golpe y salieron todos por la puerta bajo la pantalla. Quizás porque cada lugar impone sus reglas, el TEA es un espacio de la cultura y exige silencio, los multicines absorben y expulsan cantidad de espectadores en cada sesión.

Es importante que el cineasta pueda dialogar con su público. Cuesta enfrentarse al amigo cuando a uno no le ha gustado lo que ha visto. Hay timidez si uno cree que no ha entendido muy bien los cortos y no se aventura a adelantar una hipótesis (a mí me pasa, siempre espero un tiempo antes de decidirme por saber qué he visto).

Los blogs son ahora naturales cauces de diálogo entrecruzado. Cuantos más puntos de vista más se enriquecerá el cineasta. O un espectador que se asome podrá contrastar su propio parecer, sentirse reconfortado porque no andaba tan descaminado como creía. Y expresar su propio punto de vista a pie de página.

Agradezco desde aquí a los blogueros que nos acompañen en nuestra andadura a ciegas, podremos estar o no de acuerdo, pero sabremos cómo nos ven, se acortarán distancias. La verdad nos hará amigos (y no al revés). Agradezco también la no-crítica de David Delgado Sanjinés en su extinto blog "Breviario de un escéptico", Comparto con él el prurito de hablar del trabajo de colegas cuando uno está también en la brecha. Pero, si no hay una plataforma donde podamos compartir nuestras preocupaciones, dónde si no en la nube?


lunes, 3 de septiembre de 2012

SOBRE NUBE 9

El estreno tardío de Nube9 se superpone a la fase de postproducción de nuestro último cortometraje. Mi pensamiento está más volcado en afinar el montaje de RONDÓ que en la reflexión sobre mi intento de aproximarme a un cine de género muy codificado como es la ciencia ficción y que abordé el año pasado.

Pero los días se van desvaneciendo y se acerca el momento en que debo mostrar mi obra a personas ajenas a mi círculo de amigos. Más todavía si la obra, tal como está reposando en el disco duro de mi ordenador, sigue todavía incompleta. Debo, pues, poner punto final. Dejar definitivamente cerrado el proyecto.



El mismo título apareció por un error al crear un grupo de trabajo en Facebook. El encargado de hacerlo, por las prisas no pulsó la tecla de mayúsculas y se grabó un 9 en vez del cierre de paréntesis detrás de la palabra Nube. Sonaba bien, nueve – nube – nueve. Y así se quedó, como un feliz hallazgo. Más tarde me entero que el equivalente en inglés Cloud 9 tiene un significado parecido a “la sexta felicidad” o “el séptimo cielo”. La “nube” estaba apoderándose insidiosamente de mi proyecto.

Debo adelantar que cuando inicié mi proyecto apenas se oía hablar de “la nube”. En este año transcurrido es muy normal subir fotos o películas a la nube y dejarlas allí. En la nube puedes compartir tus proyectos. La nube, esté donde esté, es un punto de encuentro.

Había un imagen que rondaba en mi cabeza desde hacía tiempo. La llegada del personaje que interpretaba Eddy Constantine a un hotel de París (en la ficción Alphaville), donde las camareras se ofrecían a los clientes como un servicio del hotel. Eddy Constantine, fiel a su personaje de duro, se la quitaba de encima y protagonizaba de paso un tiroteo de lo más absurdo en una escena propia de los hermanos Marx. Godard engañó a los productores alemanes y transformó lo que debía ser un episodio más de la franquicia de Lemmy en un film filosófico, hipnótico y poético que acabó con la carrera de Eddy Constantine.

Puestos a jugar con la ciencia ficción, por qué no seguir el ejemplo de Godard que situó su particular utopía en las calles de París prescindiendo de toda la parafernalia propia del género.

Aunque mi particular homenaje al maestro termina aquí. Nube9 no tiene nada que ver con Lemmy contra Alphaville. Se aprovecha, al igual que en aquel film, de la estructura de viaje a un no lugar: u (no) topía (lugar), esa palabra que inventó Tomás Moro para la isla de su invención y que luego sería tomada para definir todo un género.

Así que tenemos un personaje que ha llegado a Nube9 desde el exterior (Miguel Ángel Rábade). Desconoce todo de esta nueva realidad. Un personaje femenino (Chantal Rodríguez), como una Ariadna, le ayudará a desandar el laberinto. El otro personaje femenino (Leonor Cifuentes), se presentará como una sombra de otra vida que ella ha olvidado y él probablemente también.


Chantal Rodríguez y Miguel Ángel Rábade

A diferencia de otras narraciones que describen otras tantas utopías, aquí no hay una estructura social que se plantee como alternativa. El mundo de Nube9 se circunscribe a una única habitación de hotel que se repite clónicamente. Como en Alphaville, se plantea una utopía pesimista. ¿Se puede escapar del mundo virtual de Nube9? ¿Nos encontramos todos ya, definitivamente, colgados del nuevo paraíso?

Para rodar Nube9 volví a los escenarios de Fantasmas (un mediometraje que rodamos en 2005), este no lugar que está tan cerquita de nosotros y que se llama Puerto de La Cruz.

En esta ocasión, las cosas no rodaron tan fáciles. Empezamos con buen pie en los espacios comunales del hotel. Pero era temporada de verano y había gente. Sentimos a nuestro alrededor una animadversión creciente. Rodamos hasta bien entrada la noche en la habitación. Al día siguiente, sin apenas haber dormido, empezamos tarde, pero debíamos dejar la habitación antes de lo previsto.



Ramón Santos, ayudado por Aitor Padilla y Eduardo Gorostiza, necesitaban tiempo para fijar con la luz los contornos de una realidad engañosa donde los cuerpos pudieran relacionarse alrededor de una cama. Los personajes escuchan y ven otras realidades, pero al espectador se le niega esta posibilidad, al igual que al viajero.

Dispusimos un simple espejo en la habitación, como una puerta de entrada o como un ojo o como uno de estos espejos que se prodigan en el cine y que nunca reflejan la misma cosa aunque lo parezca. No queríamos pantallas de televisores ni de ordenador (en realidad, el espejo nos ayudó a enmascarar el televisor que estaba fijado en la pared).



El guión, que sobre el papel prometía una buena historia, empezaba a desbaratarse. Añadí escenas, eliminé otras. De repente, como ocurre con algunos escritores en medio de la escritura de una novela, los personajes adquirían otros rasgos y empujaban la historia en una dirección no prevista. Apareció una historia de amor con ecos resnerianos.

Miguel Ángel Rábade y Leonor Cifuentes

Tras muchas vacilaciones, encontré finalmente el espacio para representar el inframundo. Ramón Santos resolvió los planos más fantasmagóricos con un simple y eficaz juego de luces, más propio de Méliès que de los actuales procesos de postproducción. Elena diseñó el vestuario y Verónica Galán propuso un simple garabato en el maquillaje para representar la uniformidad de los habitantes de Nube9.

René Martín va por la tercera versión de la música del corto. Tampoco él parece estar muy seguro del terreno que pisa. Como tampoco lo estaban los actores. Cuando rodábamos la última escena, de repente empecé a darles instrucciones que nadie comprendía y que nunca habían estado en el guión. ¿Por qué debían caminar con los ojos cerrados?


Ramón Santos (fotografía), René Martín (Sonido) y Eduardo Gorostiza (ayte. fotografía)

Creo que también nosotros habíamos entrado en la Nube9 (quizás aquella noche en el hotel, esperando que amaneciera, en un despiste) y me temo que todavía no hemos podido encontrar la salida. Espero que el próximo estreno nos libere y podamos afrontar el siguiente proyecto.