El documental había alcanzado los 104 minutos, y esto no dejaba de preocuparme. Ya en un anterior pase de prueba, alguien en Madrid había comentado que resultaba demasiado largo. Yo, sin embargo, me aferraba a la idea de que una película con tantos personajes, necesitaba de tiempo para que cada uno de ellos calara en el espectador, para que este los fuera conociendo uno a uno y los reconociera más adelante.
Conocerlos era estar en sus casas, escuchar el tono de su voz, alegre o despreocupada, mientras hablaban de sí mismos o de lo que hacían. Seguirlos cuando se dirigen al lugar donde realizan sus actividades, ver con quien se relacionan, sentir su entusiasmo por las cosas que hacen para poder transmitirlo.
Luego, mucho más adelantado el film, los personajes reflexionan. La reflexión conforma un hilo que se entrecruza. La reflexión individual se convierte en una reflexión coral, la de un colectivo que ha trabajado junta en el mismo medio durante muchos años. Y que ha sido expulsada de este medio. Que ha debido construirse una nueva vida.
Manuel Díaz Noda, en un reportaje que subió a la red con motivo del estreno, comentaba que el film intenta atrapar el instante, como si los acontecimientos se sucedieran al margen de la cámara. En realidad, sí existe un guión previo, que fuimos modificando, adaptándonos a cada realidad que surgía frente a nosotros, pero siempre ciñéndonos a la estructura del guión.
Así, intentaba que la primera parte resultase mucho más libre, siguiendo a unos u otros personajes un poco al azar. La segunda parte tiene una construcción más sólida, los bloques son más extensos y la acción se hace más reflexiva. En medio, un falso cortometraje titulado El volcán tranquilo, que describe la visita de un grupo de jubilados a la isla de El Hierro para visitar a un compañero y de paso contemplar el burbujeo del volcán de La Restinga.
Nunca había vivido un estreno tan emotivo. La gente se rió, aplaudió y se sintió totalmente identificada con los personajes y con las situaciones, incluso los espectadores más jóvenes. Habrá que reflexionar sobre lo que hemos hecho. Sobre cómo se recibe. En próximas proyecciones veremos la reacción de otro tipo de público, de las personas ajenas al entorno de los jubilados. ¿Puede interesar este documental a un público más amplio? Se dice que si partes de lo local, de lo que conoces, puedes llegar a lo universal. Si lo que cuentas es verdadero, puede haber empatía.
Chema, que es el promotor del proyecto y coguionista, está más preocupado por los contenidos, por el mensaje que se transmite. A mí me interesaba el aspecto formal, el cómo estos mensajes se encarnan en las situaciones de una manera natural, sin forzarlas. Me planteaba el documental como una obra de ficción. Primero son los personajes, me decía. Y desarrollar situaciones.
Un amigo me comentó que si en el Cine Leve el trabajo sobre los actores consistía en procurar que no actuaran, como si fuera un documental, qué decir entonces cuando el trabajo se realiza sobre no actores, cómo acercarnos a ellos. Colocar una cámara frente a lo real es ya transformarlo en otra cosa. El observador modifica lo observado. Decirles olvídense que les estamos filmando es una falacia. Le damos al espectador una falsa impresión de que todo sucede sin más. Es un falso realismo. Siempre hay puesta en escena.
Manuel Díaz Noda habla de una película agridulce. Quizás sea esta la impresión final, sin haberla buscado. Sí existe una intencionalidad mayormente optimista, que se subraya en el momento en que Esteban introduce un personaje femenino en la obra de teatro que está escribiendo (el texto es de Esteban), y se pregunta cuál debe ser su función en la obra, ¿pesimista u optimista? Optimista, le responde Chema a través del teléfono. Chema es el co-guionista del documental. Lo que hicimos fue reconstruir algo que había ocurrido, cuando leímos el texto y nos dimos cuenta de que faltaba un personaje femenino y le sugerimos que rehiciera el texto de la obra, añadiendo un nuevo personaje.
La película documenta también el propio proceso del colectivo de jubilados para llevar a cabo un cortometraje que, en la ficción, deciden no realizar y sustituirlo por una obra teatral. Así, ficción y realidad se cruzan en un juego metacinematográfico, en el cual, las personas se representan a sí mismas.
A fin de cuentas, el documental es el resultado de una creación colectiva.
En el envite de llevar a cabo un proyecto que los reúna a todos, el objetivo se ha cumplido antes incluso del estreno del film. El documental no hace otra cosa que refrendar el esfuerzo colectivo, es la prueba de que lo han logrado
Si, así lo vivimos todos!
ResponderEliminarGracias por haberlo plasmado con tanta maestría.
Me parece una narración que llega al fondo del corazón de todos los que hemos estado junto a nuestras famiias alrededor de nuestra Asociación de Mayores de Telefónica y su Presidente.
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