Aunque el excelente director de fotografía David Delgado, más individualista y renuente a que le encasillen de una forma u otra, se desprendió de la etiqueta a la primera de cambio, Daniel León Lacave terminó identificando sus cortos posteriores como cine Leve ya desde los títulos de crédito, tras dar un giro radical en su forma de entender y practicar el cine.
El hecho fue que procurábamos estrenar juntos en el TEA y Eduardo García Rojas, en su blog El Escobillón, empezó a preguntarse qué era eso del cine leve hasta terminar siendo uno de los más encendidos defensores de aquel cine independiente y sin medios que, de una manera periódica, proyectábamos aquí y allá sin dar tregua al espectador, conformando una nueva mirada.
Como además compartíamos cinefilia, en cada ocasión que nos veíamos, a cuenta de alguna proyección, conversábamos hasta altas horas de la noche. Yo me moría de ganas de rodar algo con ellos en la isla de enfrente y ellos, a su vez, se planteaban venir a Tenerife y rodar algo conmigo. Lo intenté con Nube9, ir a Las Palmas y rodar un par de secuencias del corto, lo hablé con ellos y con Lamberto Guerra, incluso estuvimos a punto de ir un fin de semana, pero pasaban los días y lo vi muy complicado.
Fue con Pedro García con quien me comprometí a enviarle un guión para rodar allí, ellos harían la producción, contaba con David Delgado en la fotografía, Pedro o Dani me ayudarían en la dirección. Me pusieron en contacto a través de facebook con algunos actores que solían trabajar con ellos. Yo había visto “El hijo Pasolini” de Pedro y me gustaron los dos protagonistas. Pensé en ellos, al ir visualizando el corto, para una de las parejas. Para la otra pensaba en Lamberto Guerra y en Penélope Acín, que me había deslumbrado en los últimos cortos de Dani, tanto en comedia como en papeles dramáticos.
Tanto el título, Rondó, como la historia, me vinieron solos. Suelo imaginar primero la historia, la voy visualizando en mi cabeza como si estuviera viendo ya el corto terminado, antes de sentarme a escribir la primera palabra. Cuando tengo claro el comienzo, el desarrollo de las secuencias y el final, es entonces cuando lo voy transcribiendo y le doy forma literaria. La primera escritura es una simple descripción de los hechos, buscando cada palabra para que quien lo lea pueda visualizarlo de alguna manera, sin terminología técnica. Incluso el diálogo está abocetado.
Escribí Rondó para unos determinados actores y en unas localizaciones precisas de Gran Canaria, la playa de Las Canteras y el Jardín Botánico de Tafira, que se extiende en el fondo de un barranco, cerca de la ciudad de Las Palmas que Laly y yo visitamos en una ocación.
Decidimos rodar durante el mes de julio, el tiempo es bueno y la gente suele tener más tiempo libre. Pero los actores empezaron a desdecirse uno a uno, por diversas circunstancias. Simplemente no podían comprometerse para estas fechas. Creamos un grupo de trabajo en facebook, como ya venía siendo habitual, donde colgábamos las sucesivas versiones del guión y Dani fue añadiendo posibles actores para que lo leyeran y comentaran, pero tan solo Penélope Acín respondió, residía en Madrid pero en julio regresaba a Las Palmas para estar con la familia y ver a los amigos, de modo que las fechas coincidían. En vista de cómo iban cayendo las fichas, y la dificultad de encontrar las localizaciones de interiores en Las Palmas, tomé la decisión de traer el proyecto a casa, con Dani, Pedro y Penélope, y completar el equipo con actores y técnicos locales. A última hora Penélope también se descolgó, Pedro tenía otros compromisos y Dani se desanimó.
De modo que Laly y yo nos quedamos solos con el proyecto, sin saber si valía la pena llevarlo a cabo y meter le guión en el cajón con todos los demás guiones que se habían quedado en propuestas por un motivo u otro.
Hacía tiempo que quería rodar con Enzo Scala, al que conocíamos desde hacía muchos años y siempre lo hablábamos. Enzo era además uno de los habituales espectadores de mis cortos y le gustaba mi manera de hacer cine. Le había visto en algunas comedias y sus personajes siempre me habían parecido un poco excesivos, quizás por su propia manera de ser o por una errónea dirección de actores, pero yo quería llevarlo a mi terreno, hacia un minimalismo expresivo. Enzo se extrañó que para esta ocasión no hubiera contado con Miguel Ángel Rábade, pero en este caso confluían necesidades especiales, necesitaba a un experto en la Comedia del Arte.
Cristina López maquillando a Enzo Scala y a Idaira Santana
Enzo me sugirió a Idaira Santana. La llamó por el móvil y al poco rato allí estaba ella. Le conté el proyecto y se mostró dispuesta. En aquellos momentos se encontraba rodando algo muy experimental con Óscar Martínez. Me pareció raro, porque a Óscar lo conocía por sus incursiones en el cine de género. Poco después aquella experiencia de rodar sin guión en el bosque, buscando en su interior determinadas emocciones, dio lugar al episodio piloto de la web serie Extinción, que sigue una marcha expansiva imparable, fruto de entusiastas colaboraciones.
Es curioso, nuestro cine se ha vuelto tan familiar que nos cuesta introducir gente nueva en el equipo. Contábamos ya con Leonor Cifuentes y con Winslow Iwaki, ambos habían tenido últimamente diversas experiencias como modelos para publicidad y esa experiencia (saber posar frente a la cámara fotográfica) les iba muy bien para construir sus personajes en el film. Para Leonor iba a ser el tercer corto con nosotros, con Win el segundo. Ambos sabían cómo dirijo y lo que espero de ellos.
Rondó iba a ser de nuevo un corto sin diálogos (a excepción de la obra de teatro y una discusión en un momento dado), como lo había sido "A la deriva" o las Naturalezas muertas. Los actores tenían que trabajar sus personajes apoyándose en las miradas, los mínimos gestos que dejarían traslucir sentimientos y emociones.
En cuanto al equipo técnico, repetían Laly Díaz como eficaz productora, Ramón Santos en la fotografía y René Martín en el sonido y en la creación de una música que esta vez iba a tener una importancia mayor que en otras producciones. También contábamos, como en otrras ocasiones, con Elena de Vera en la elección del vestuario, pues el color, el diseño, debían estar acorde a los personajes, conseguir una diferenciación clara de las dos parejas protagonistas tanto en su manera de vestir como en el aspecto visual.
Se incorporaban Eduardo Gorostiza en la fotografía (Ramón rodó los interiores y Edu los exteriores), Chantal Rodríguez, esta vez detrás de la cámara, y Mac (Macario García), que en un principio debía ayudar a René en el sonido y al final acabó involucrándose en todo tipo de labores. Cristina López, eficaz colaboradora de Eduardo Gorostiza, fue otro de los fichajes de la película, así como la fotofija de Françoise Mascaraque y el cameo de Chema Menéndez, guionista de “Otros tiempos otras vidas”, esta vez como el pintor que con su primera pincelada abre el film y lo cierra con su mirada.
(izq-dcha) Winslow Iwaki, Macario García, Laly Díaz y Josep Vilageliu
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