lunes, 26 de julio de 2010

SOBRE EL CINE LEVE

Tras la aparición de la entrevista que Manuel Noda me dedicó en su blog Adivina Quien Viene al Cine y mi comentario sobre el cine leve, algunas personas me han comentado su interés por realizar algunos cortos bajo esta advocación. Hace muy pocos días Daniel Lacave me sorprendía mostrándome un guión para una película leve que iba a rodarse en la Punta del Hidalgo, en el Norte de Tenerife.


Y sin ir muy lejos, esta misma mañana Aitor Padilla me preguntaba mi opinión por un microrrelato que había rodado en 45 minutos y que ya había subido a la red, asegurándome que lo habían realizado siguiendo las sugerencias que les despertaba el cine leve, fuera lo que fuese lo que significara, lo que en la práctica quería decir que se habían dejado llevar por la inspiración del momento en el momento de rodar.

Daniel partía de un guión muy estructurado, y habían realizado un story board muy elaborado. Aitor, por le contrario, partía de una única idea. Son dos ejemplos casi antagónicos, y sin embargo ambos sienten que se han dejado llevar por la idea de la levedad, que experimentan de algún modo el haber pasado al otro lado desde una determinada concepción de la praxis del cine, y que constituye la norma cuando se pretende hacer un cine serio, con posibilidades de coproducción financiera a través de entidades públicas y de competir en certámenes de cortos nacionales e internacionales.

Desde este punto de vista la levedad sería más bien un sentimiento de ruptura que conlleva, no una despreocupación formal del film a realizar sino un compromiso si cabe más intenso con la obra, liberándose del corsé del film posibilista, sin sujeción a la norma, a las reglas de juego, a la necesidad de traerse actores foráneos para poder colocar mejor el producto, al estrés de un acabado profesional según los parámetros del cine académico y apolillado que se realiza en este país, de espaldas a las felices indagaciones de autores inquietos que no consiguen hacer visibles sus luminosos trabajos más allá de algunos festivales de mayor o menor prestigio.

La levedad, pienso yo, no sería una etiqueta más, como el cine de guerrilla o el cine exprés que propugna el Festivalito, sino una manera de vivir la experiencia del cine, un vivo sentimiento de vivir intensamente, gozosamente, el momento de la verdad de la puesta en escena, cuando ya no hay vuelta atrás y todo el equipo se ha volcado para que surja el plano, como el alquimista ante la retorta espumeante, cuando ya el guión o aquello que te ha traído hasta aquí yo no sirve para nada, el fogonazo de la creación.

Un cine leve es, o debe ser, una experiencia gozosa, realizada por un equipo que trabaja horizontalmente, sin la dolorosa opresión de las jerarquías que imperan en el cine como industria, donde el equipo de primera clase se aparta del equipo de segunda clase a la hora de comer y de deliberar, donde se buscan culpables al menor fallo, donde a los meritorios no se les brinda ni el pan, excluyéndolos de la experiencia del cine, donde los actores se convierten en divos despiadados y estúpidos.

Contaba Herzog de su última película que le pidió a la actriz protagonista que no se trajera a su séquito, ni a su psiquiatra ni a su perro, ya que ni siquiera él quería la silla de director que tantos anhelan. El cine tiene que ser algo más sucio, añado yo, como una actividad creativa que se hace con las manos, como el escultor que extrae de la realidad una forma a hachazos.

Acercarse al cine con levedad es una forma de penetrar en su misterio. Ya comenté en otro lugar que Laly y yo nos acercamos casi de puntillas al rodaje de Cerca del mar de un fin de semana. Y allí estaban, en el silencio que cae sobre el set cuando se está en el plano, en el sortilegio de unas pocas palabras que modelan el tiempo y el espacio, y que cada uno entiende en su resposabilidad en el plano, en los movimientos cautelosos y sentidos de Vero, en el límpido encuadre de David Delgado, en la ligereza del instante.

1 comentario:

  1. Hola amigo.
    Parece que vamos siendo algunos los que pensamos de manera similar, y de forma espontánea, al menos no forzada o impuesta por un "grupúsculo", sino por nuestras propias necesidades, más vitales que materiales.

    Un abrazo

    ResponderEliminar