Tras encenderse las luces de la sala, los pocos espectadores
que acudimos al TEA nos vimos impelidos a proseguir el debate sobre un cine
canario que las imágenes y los sonidos recogidos en el documental Bregando Historias
habían suscitado en nosotros.
Vasni Ramos nos espetó que el cine canario solo existe en
nuestras cabezas, donde tenemos incrustada la idea de que vivimos en un
Hollywood dorado, mientras que a nuestro alrededor ni las instituciones ni los
educadores ni el público en general sabe de su existencia.
El documental se abre con unas palabras desoladoras de Elio
Quiroga afirmando que el cine canario no tiene un público que le siga, y se
cierra con la esperanza de Manuel Díaz Noda de que pronto este cine encuentre a
su público.
El debate sobre la relación de los realizadores y el público
al que se dirigen sus historias no solo planeó sobre los asistentes a la
proyección sino que deja en un inútil devaneo las discusiones sobre la
necesidad o no de subvenciones o la connivencia entre narradores y
experimentadores o autores que llenan el contenido del film.
Como afirmó Roberto Ríos (el tercer hermano, experimentado
director de fotografía), da la impresión de que este debate se repite cada
cierto tiempo, como si el cine hecho en las islas se reinventase tras cada uno
de sus ciclos, condenado a no remontar el vuelo. Y sí, la tecnología ha
permitido que haya surgido una gran cantidad de nuevos realizadores, que al no
conocer el cine que ha realizado la generación anterior, repiten los mismos
errores.
El documental se abre y se cierra con una imágenes
portuarias, dando a entender que este cine está intentando arribar a puerto,
sin conseguirlo nunca.
En la última década del siglo XX recaló en las islas la
investigadora belga Isabelle Dierckx, en su regreso a su paraíso particular
(pasó su adolescencia en Ten-Bel, en el sur de Tenerife). Nos dejó una bella
película, “El lugar donde duerme la edad de oro” (2004), y un pequeño trabajo sobre el
cine que tituló “Cine Canario”… , un espacio abierto, donde ya desde el título
apresaba al cine canario en el interior de unas comillas, con unos puntos
suspensivos muy significativos.
Isabelle Dierckx se sorprendía al detectar, en la mayoría de
las películas que pudo visionar en la Filmoteca Canaria, una ausencia en la
pantalla de la sociedad insular contemporánea, mientras que se prodigaban las
miradas al pasado en dos temáticas sociales, la colonización y la emigración a
América, que eran la excusa perfecta para indagar sobre la espinosa cuestión de
la identidad del pueblo canario, en su particular encrucijada tricontinental.
Curiosamente, algunas voces propusieron en el coloquio
desactivar la canariedad del cine hecho en Canarias como un método para
encontrar ese público destinatario (es simplemente cine, ni argumental ni
experimental ni canario ni amateur o profesional, solo cine), olvidando que
cualquier imagen que se toma de la realidad se impregna con los años de una
sustancia inmaterial que va confiriéndole valor. Serán imágenes en las que
generaciones futuras podrán mirarse para intentar entender quienes son. Un
patrimonio que ya no pertenecerá a un realizador en particular sino a la humanidad
entera.
Iván López, José Cabrera y Amaury Santana (Festival Las Palmas, 2011)
A veces una película narrativa no cuenta nada, afirmaba
Amaury Santana desde la pantalla, sin demasiados aspavientos. Amaury ha ido despojándose (en la
producción y en el lenguaje) de lo innecesario, buscando la esencialidad de la
comunicación. Desde una posición modesta, proponía hace poco en una red social,
que las subvenciones o ayudas fueran a determinados tramos de la producción (ayuda
a la sonorización o a la promoción, por ejemplo) y no necesariamente a un corto
o a un largo.
"Cuatro ejercicios de realización", una vídeo minimalista de Amaury Santana
En el documental los diversos temas se engarzan con suavidad
y a veces gracias al montaje da la impresión de que el diálogo entre los
realizadores fluye como si estuvieran frente a frente compartiendo el mismo
espacio. Grabaron más de cuarenta horas y entrevistaron a una treintena de
personas de diversas generaciones relacionadas
con el medio, en su mayoría directores y hombres (solo una realizadora y dos
productoras creo recordar)
El documental se constituye como una herramienta
imprescindible para la reflexión, un vídeo didáctico que Domingo Sola, única
persona vinculada a la universidad que acudió a la proyección, se comprometió a
proyectarla a su alumnado en cada curso.
Es curioso que haya sido el trabajo fin de carrera de un alumno
de la Politécnica de Las Palmas quien, con algunos compañeros de promoción y la
colaboración de José Acevedo en el guión y de Ana Hernández en la producción, ha
puesto en marcha este proyecto, a partir de una idea muy simple: reflexionar
sobre el cine desde el propio cine.
El equipo de Bregando Historias
Nacho Bello nos ha regalado este documento imprescindible sobre
la actividad de nuestros desvelos, para que se conozca que existe un cine hecho
en Canarias. Es sintomático que el alumnado que estudia cine no se le haya
pasado por la cabeza acudir al estreno de este documental, ni siquiera los
profesores de Nacho aparecieron en su proyección en Las Palmas, satisfechos de
que un alumno suyo hubiera podido realizar un documental tan necesario y tan
bien hecho. En el propio documental se entrevista a varios alumnos de guión,
que reconocen no conocer, o conocer más bien poco, el cine al cual piensan
incorporarse.
Estreno en los Multicines Monopol en Las Palmas
Solo algunos defectos, pequeños en comparación por el logro
conseguido (impulsar un debate tanto en el cine como en las redes sociales),
empañan el documental. Los fragmentos de películas escogidos se superponen a
las declaraciones de los entrevistados sin seguir una pauta, pues a veces las
imágenes corresponden a una película realizada por el entrevistado y otras
responden a otros criterios, generando confusión. Para ilustrar la unión de los
cineastas en los años 70 se recurre al recorte de prensa sobre la creación de
una Coordinadora de Cine, que sin embargo no llegó a funcionar nunca.
Para separar los bloques temporales y marcar los cambios
tecnológicos, se intercalan algunas escenas donde un profesor de la Politécnica
nos muestra una cámara de Super-8 e intenta poner en marcha un proyector (sin
demasiado fortuna, pues la imagen tiembla), y más adelante introduce una cinta
de Betacam en un magnetoscopio. En otra secuencia el equipo visita el estudio
de Javier Fernández Caldas, que ha optado por rodar un corto moviendo figuritas
de plastilina ante la imposibilidad de rodar en condiciones. Son secuencias que
ayudan a respirar al documental, previendo el cansancio del espectador frente a
tanta información volcada con un ritmo sostenido a lo largo de todo el metraje.
Había buen rollo en el coloquio. Estábamos los que habíamos
intervenido en el documental, Santi Ríos y Willy Ríos (pasado y presente
familiar), Iván López, Vasni Ramos y Cándido de Armas con sus miradas propias e
inconfundibles, y algunos colaboradores y amigos de estos cineastas, como los directors de fotografía Roberto Ríos y David González (realizador de “Huida”, un corto en 16mm que
tardó varios años en finalizarse allá en los 90), así como algunos curiosos
que se asomaron a ver qué era eso del cine canario.
El coloquio no resultó en modo alguno una repetición de otros
debates, como suele ocurrir, gracias al caleidoscopio de ideas que la mirada
ajena de Nacho Bello y José Acevedo ha sabido destilar, a partir de unas
preguntas, siempre las mismas, dirigidas a los cineastas para que ellos
(nosotros) pudiéramos reflexionar sobre nuestro trabajo de una manera
distendida, pues las entrevistas grabadas duraban desde media hora a dos horas.
Fotograma de "Nasija"
Fue también un debate intergeneracional. Pocas veces tenemos
la ocasión de confrontarnos los cineastas separados por varias décadas de
trabajo. El cine es imagen, sonido y emoción, afirmaba Roberto Ríos, “solo dos
años después de hacer la fotografía de ”Nasija” (Willy Ríos, 2006) y al verla
de nuevo, me di cuenta de que el éxito de este corto estaba en la conjunción de
estos tres elementos”.
Iván López le confesaba a Vasni, desde el otro lado del
patio de butacas, que había aprendido cine viéndole trabajar. Y Vasni les decía
a los Ríos que le hubiera gustado colaborar y aprender con ellos durante la
realización de “Guarapo” (1988). Cándido de Armas proponía colaborar juntos
dejándonos de etiquetas (se refería a los narradores frente a los autores). El
público que acude a ver cine canario se desorienta cuando ve obras que se
acercan al videoarte más que a lo que se entiende por un cortometraje, se
quejaba Vasni. Pero hay muchos públicos, refutaba Iván, falta información para
acercar cada obra a su público natural.
La verdad es que hubiéramos estado más rato departiendo pero
era ya hora de cerrar y los corrillos siguieron por un tiempo caracoleando por
los rincones del TEA, buscando perezosamente la salida, mientras caía una
lluvia finísima.
El otro debate, que imagino fué mencionado, sería la vertiente de producción y sobre todo la distribución.
ResponderEliminarClaro que hay cine, más chico que grande, gente con talento que ha hecho grandes cosas y aquí ha sido infravalorado... lo que existe es una abandono, una dejadez, una descoordinación y un desinterés gubernamental que es mezquino, ególatra, rastrero y ciego.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con que el público canario vive en la distancia del cine canario (y también en parte del teatro), y por alguna razón, a los que empezamos en esto nos cuesta, por lo repartido de la información tener un rumbo y una guía clara de los eventos (los pequeños y medianos) que se llevan a cabo. Pienso que es algo que se nos debe inculcar desde la escuela, ya no sólo en la de cine, junto con las directrices técnicas y la historia del cine, sino desde las escuelas de primaria, y desde el sentido crítico. Recuerdo cuando acertadamente dejé religión al entrar al instituto, y la alternativa pasaba por ver películas, algunas crudas, otras ambiguar que invitaban a la reflexión. Luego se hacía un exámen en el que tenías que explicar o razonar conceptos planteados en ellas y luego, con esas conclusiones se generaba un debate con toda la clase. Desconozco si se sigue empleando el mismo método, pero estoy casi segura de que esos debates nos sorprenderían por sus conclusiones (y por el interés que generaría en una edad clave) si se debatiera sobre cine canario con gente muy crítica y a veces cruel con el futuro consumidor/hacedor de cine. Quizá ahí aprendamos a hacer cine para público general, y no con la coletilla de "cine canario" que muchas veces entre los no iniciados genera tanta o más desconfianza que cuando se estrena una película de factura española en la gran pantalla.
ResponderEliminarEl otro gran tema que siempre surge es el de los dineros, de si subvenciones sí o no, de la crisis... Hay opiniones para todos los gustos. Iván López dijo en el coloquio que le supondría mucha responsabilidad hacer una película con dinero público. Si de nuevo caen ayudas el problema es el mismo de siempre, con qué criterios y a quién se tendría que ayudar. Los autores sostienen que su cine tiene que ser apoyado más que un cine más convencional, pero a la hora de la verdad ningún corto puede llegar a ser rentable. Hay mucha gente rodando, ¿dinero para todos?
ResponderEliminarEl otro gran tema es la distribución, la televisión canaria se acuerda del cine canario el Día de Canarias, y emite las películas a altas horas de la noche. Ahora mismo, una película de más de dos años de antigüedad prácticamente ya no existe. Y a los estrenos en el TEA o en los Aguere solo van los amiguetes.