martes, 16 de julio de 2024

ABSOLUCIÓN, LA HOJARASCA Y MUJER GATO: DE LO REAL A LA FICCIÓN

El azar ha reunido tres películas aparentemente muy distintas dentro de la programación de El Festivalito, al ser proyectadas en días consecutivos en el Teatro Circo de Marte, un lugar emblemático de la vida cultural de Santa Cruz de La Palma. Cada una de ellas fue presentada por   sus creadores y tras la proyección se llevó a cabo un coloquio muy instructivo. A pesar de las distancias, todas las películas partían de experiencias personales, o por lo menos se nutrían de lo real, para configurar relatos consolidados que los distanciaban del material de partida. 



La polémica ha perseguido desde los comienzos del cine aquellas obras que entran a formar parte del género documental, desde las dos maneras antitéticas de abordar lo real, que representan Lumière y Mèliés, hasta el concepto de la docuficción, acuñado en los años 90 a partir de las hibridaciones en los programas de televisión.


¿Es una película autobiográfica Absolución? Juan Alfredo Amil se plantea hacer un seguimiento de una intervención quirúrgica que va a ser llevada en un hospital de Madrid. Padece de obesidad mórbida y siente pánico ante una operación no exenta de riesgos. 


¿Podemos considerar un documental La Hojarasca? Tres hermanas, la madre y dos tías de la directora Macu Machín son las protagonistas absolutas de un film que se ciñe a la vida de las tres mujeres en su propio hábitat.


En sentido opuesto, ¿podemos considerar una película de ficción Mujer Gato, armada con retazos de la vida de las dos actrices que protagonizan el film y que parece responder a la concepción del cine de su director? 


En Absolución, las intenciones del director no pueden ser más claras. El film se inicia con el propio Amil, en su apariencia anterior, grabándose a sí mismo con una pequeña cámara. La duración de este plano, al principio inestable, cuando la tiene en la mano, y finalmente fija sobre él en plano general, como si quisiera fijar esta imagen de sí mismo, anterior a la operación, subraya el carácter autobiográfico de lo que vamos a ver. 




La Hojarasca se abre con unas imágenes de las mujeres vareando los almendreros de su finca. Son planos que documentan la actividad de las mujeres, e introducen el film en las coordenadas de un film de temática rural. Fijan un tiempo, el final del verano, y un espacio, una zona abrupta, con mucha vegetación, no demasiado domesticada por la mano del hombre.


En cambio, Mujer Gato se inicia con un plano fijo de tres hombres, alrededor de una mesa de comedor, sirviéndose de varios platos con trozos de queso, jamón y papas fritas, bebiendo vino y conversando indolentemente sobre temas relacionados con la profesión de dos de ellos: la dirección de películas. El plano dura nueve minutos y la impresión que produce en el espectador es que el diálogo es improvisado, como si se tratara de un documental cuyo tema es la actividad cinematográfica. Esta es también la impresión que producen los personajes de las dos películas anteriores: Amil es fotografiado en su día a día, mientras va acercándose el momento de la intervención quirúrgica, dejando que el espectador perciba sus dudas y los temores a un desenlace indeseado; las tres mujeres campesinas se dejan grabar en su quehacer diario, mientras tratan de ponerse de acuerdo en el reparto de la herencia.


En principio, al tratar de documentar la vida de varias personas a lo largo del tiempo (más de un año en el caso de Absolución, unos meses en La Hojarasca), no se puede evitar que lo azaroso se inmiscuya continuamente en la voluntad del equipo de rodaje al tratar de encauzar las filmaciones dentro de una temporalidad aceptable. La Hojarasca necesitó varios años para poder iniciarse, primero por la irrupción del Covid, que obligó a posponer el rodaje, y luego, cuando ya el equipo se hallaba en Puntagorda, en el norte de La Palma, y habían rodado algunas escenas, la erupción del Tajogaite impuso su presencia, tanto por el bramido constante del volcán que dificultaba la captura del sonido directo como por su fastuosa presencia como un fondo añadido a la narración. 


Frente al informalismo propio de lo documental, tanto Amil como Macu Machín estructuran sus películas y las someten a una formalización exhaustiva, en Absolución mediante el montaje y en La Hojarasca interviniendo en la fotografía.  A nivel temporal, la primera sigue al propio Amil en tiempo presente, y se estructura en tres momentos: antes de la operación (tiempo de dudas), durante la misma (el viaje a Madrid, la estancia en el hotel durante las pruebas y en el hospital) y a lo largo de los meses posteriores (la crisis y su resolución). Unos carteles superpuestos van señalando los días de descuento y, en la última parte, fijan las etapas del postoperatorio.


Macu Machín, por el contrario, tiene por necesidad que reconstruir el encuentro de las hermanas que tuvo lugar en un pasado reciente, pero superpone a la vivencia real una estructura ficcional cercana a la estética del Romanticismo, tanto en lo pictórico como en el diseño de los personajes: luz crepuscular, un paraje sometido a los elementos naturales, el viento y la niebla, la casa como refugio, lugar de las emociones. Si bien en el planteamiento inicial no estaba prevista la presencia del volcán, en la formalización posterior Macu Machín inicia y cierra el film con el motivo del fuego: la quema de unos rastrojos precede la llegada de las hermanas (en un ominoso plano nocturno) y el cráter incandescente, arrojando lava a la oscuridad del cielo, como un fondo permanente y temible, acompaña el viaje en coche hacia el aeropuerto, punto final de aquel encuentro.


Juan Alfredo Amil introduce, interrumpiendo el devenir de los acontecimientos, secuencias construidas mediante un montaje fulgurante de imágenes, estallidos de colores, texturas y sonidos, deudores del cine experimental de los años 60, que subrayan cada una de las etapas. En momentos de placidez y reconciliación, el montaje impresionista (sucesión de imágenes de naturaleza, quizás de la niñez) recuerda algunos cortos de Jonas Mekas.  


Hay también en Amil una reflexión metacinematográfica, como también existe en Mujer Gato, pero en Absolución la pregunta sobre qué es el cine se plantea desde un punto de vista vital, pues es tal la obsesión por contarse la vida, y tratar de descubrir quién es, que la pone en riesgo, interfiriendo en la relación con su familia. Amil construye un dispositivo espejante, a base de disponer varios espejos a su alrededor, con la pretensión de que pueda acceder a una visión polimórfica de sí mismo, una estructura que copiaría físicamente la labor del montaje en su propósito de conferirle un sentido al mundo. Como era de esperar, Amil fracasa en su intento.   


Los espejos duplican la vida, y también lo hace el cine. Las mujeres reales del film de Macu Machín, su madre y sus tías, se duplican en sendos personajes, que son y no son ellas mismas. Macu ejerce su propia visión sobre ellas, pero también ellas, cuando se ponen delante de la cámara, se representan a sí mismas, como si se miraran en un espejo que tan solo refleja lo que ellas quieren ver. Durante el coloquio, Macu Machín desveló sus dudas durante el rodaje respecto a cómo iba a afectarlas, especialmente en una escena difícil, pues les había escrito unas líneas y tenían que interpretar una discusión entre las hermanas, y Macu iba posponiendo el rodaje hasta que fueron ellas las que propusieron rodarla. Delante de la cámara, se sentían actrices en su papel, y cuando pudieron ver la película terminada, no pararon de reírse con todo lo que decían y hacían en el film. 


Hay en todos estos filmes una tensión entre el informalismo del punto de partida y el formalismo que impone toda producción audiovisual, desde las imposiciones que conlleva la producción (la presencia del equipo técnico, la gestión de los tiempos y de los espacios, el aspecto pecuniario siempre presente), la puesta en escena (la iluminación, la disposición de los personajes en el cuadro) y el montaje final, al establecer la forma definitiva, el acabado del film tal como luego se proyectará ante el público.




En Mujer Gato, por el contrario, la tensión se establece entre un guión muy estructurado y la espontaneidad de los actores, fruto del trabajo actoral; entre unos diálogos bien establecidos y la improvisación que permite un rodaje relajado; entre el formalismo de la puesta en escena y la apariencia de vida que surge de planos fijos y larga duración. El rigor formal no se contradice aquí con la intromisión del azar. Si en aquellos filmes se partía de lo real para llegar a la ficción, en Mujer Gato se buscaba alcanzar lo real desde el más puro relato. De alguna forma, todos los documentales mienten, y todas las películas de ficción son verdaderas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario