lunes, 5 de marzo de 2012

CON LOS PIES EN EL AGUA. En los arrozales

El martes 13 de marzo se proyecta EN LOS ARROZALES en el Espacio Cultural Aguere, un film que empezó siendo un mediometraje de 43 minutos, rodado en noviembre de 2007, y que al año siguiente, tras rodar unas cuantas secuencias, alcanzó los 74 minutos de duración, adquiriendo la categoría de largometraje. Esta versión, la definitiva, es la que se va a proyectar ahora.





Como mediometraje fue seleccionado, como único representante del cine español, en el I Festival de mediometrajes LaCabina, en Valencia.








¿De qué va EN LOS ARROZALES? Se podría resumir diciendo que los cuatro personajes del film se comunican entre ellos por medio de la webcam y, sin embargo, todos tienen algo que ocultar. Frente a los inmensos medios de que disponemos para comunicarnos, seguimos mintiéndonos y mintiendo a los demás. Seguimos teniendo problemas para relacionarnos. Las parejas siguen teniendo sus crisis. Estén cerca o lejos, el mundo gira a la misma velocidad de siempre.

Luis es un escritor que, encerrado día y noche frente a la pantalla de su ordenador, busca la inspiración para su única y definitiva novela. Fátima, su pareja, viaja de ciudad en ciudad para localizar los exteriores de un spot de calzado deportivo.



Paralelamente, vemos a otra pareja más joven: Alicia atiende las llamadas de auxilio que le llegan por teléfono, mientras que Chicho ha decidido apuntarse a una O.N.G. instalada en Dakar.




¿Qué relación existe entre estas dos parejas? Bueno, esta es una de las incógnitas del largometraje, la base de la intriga principal. Aunque no es un film de intriga. Es un film de personajes. Lo que interesa es lo que no se dice, lo que la cámara oculta. Va a ser el espectador quien vaya atando los hilos que se van desplegando a lo alrgo del metraje.
Porque la cámara nunca sale de la habitación en la que los personajes se sientan frente al ordenador, para establecer contacto con sus respectivas parejas. Como si fueran astronautas prisioneros en el interior de las cabinas de sus naves, a millones de kilómetros unos de los otros. Cada uno cuenta una historia, ¿será cierta? El espectador, como los personajes que escuchan, no tienen manera de confirmarlo.

Rodamos las escenas que suceden en diferentes ciuidades sin salir de casa, convertida en un plató con diferentes sets. La comunicación era real y situamos una cámara en cada una de las habitaciones para rodar en simultáneo y en tiempo real las conversaciones entre los actores. Rishi Daswani y Jairo López, también ellos directores de cine, rodaban cada uno a su personaje, atentos a lo que ocurría y, aunque se ceñían a un plan establecido, podían adaptarse a lo que fuera ocurriendo, acercándose o no al personaje, siguiendo su propia intuición. Cada escena se rodaba varias veces, con algunas variaciones.







A finales de 2007 todavía no había mucha experiencia en esto de conectarse con la webcam, los móviles servían casi exclusicamentre para hablar y no nos habíamos sumergido masivamente en feisbuc. Miguel Ángel Rábade, Fátima Luzardo, Natalia Zelmanovitch y Germán Prieto, los actores del film, tuvieron que acostumbrarse a la conversación cara a cara y una novedosa gestión de los tiempos: no había prisa. Descubrieron que podían controlar su propia interpretación en relación al plano, mirando la pequeña ventanita de comunicación del programa.

Durante la sesión de webcam se pueden realizar otras actividades, dejar el puesto vacío para ir a la cocina a preparase un bocadillo o hablar con el móvil con otra persona, mientras se intercambian fotos y otros materiales con otros internautas.  Pero también se establece una relación peculiar, casi inconsciente, en la que cada uno es actor y espectador a un tiempo, tratando de representar un papel frente al otro, cuidándonos de no traicionar lo que de verdad sentimos.

El guión surgió a partir de un encuentro fortuito en Las Cañadas con dos chicos de Bangla Desh que habían decidido conocer las Cañadas del Teide, después de varios meses de trabajo en restaurantes del sur de la isla sin haber podido moverse de Las Américas. Habían subido en una guagua de Titsa que les dejó abandonados en la parada de El Portillo. Laly, buena observadora, se acercó a ellos y nos prestamos a recorrer Las Cañadas en su compañía. Allí nos contaron lo que se ha convertido en el germen y el motor del relato de En los arrozales. De la misma manera que Luis, el novelista, se va apropiando de materiales ajenos, todos los personajes y muchas de las historias que cuentan están inspirados en personas que conocemos y en hechos que han sucedido.

En el guión, en el propio rodaje y ya en el montaje definitivo de los planos, fuí sembrado pistas falsas, ecos y recovecos, a medida que la película se iba concretando, en la disposición de los elementos del decorado que entraban en el encuadre (los afiches de las películas, los objetos diseminados en el escenario), o en los mínimos gestos de unos actores entregados al juego de las apariencias, en un relato donde la palabra sustituye y enmascara las acciones, mostrando el proceso durante el que la realidad se va transformando en una narración.

La producción de Laly Díaz, la música original de René Martín y el montaje de Aitor Padilla, fieles colaboradores de mis últimas producciones, ayudaron a conformar el aspecto definitivo de EN LOS ARROZALES.

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